En la mayoría de los países, el final del año supone un momento de reflexión y una oportunidad para empezar de nuevo. En España, las 12 campanadas y sus respectivas uvas siempre nos empujan a proponernos una lista de cosas que deseamos o que queremos conseguir. Pero… ¿realmente merece la pena? ¿cuántas veces no se cumple lo que nos proponemos? Especialmente en estos momentos de incertidumbre, con una pandemia que hace el futuro muy dificil de predecir.
Está claro que se trata de una decisión personal, pero, con o sin crisis, establecernos ciertos objetivos puede ayudarnos mucho a tener las ideas más claras y mantenernos motivados. El hecho de que los mantengamos a largo plazo es algo totalmente diferente. No sabemos lo que nos deparará este año, y no sabemos si nos traerá o no el final de la pandemia, pero: ¿acaso no merece la pena establecer un plan de acción y tomar más control sobre nuestro futuro?
En este artículo te proponemos una estrategia diferente para fijar propósitos de año nuevo razonables y útiles, y os damos algunas ideas para empezar el año con buen pie.
Empecemos por el Principio: ¿Por qué nos proponemos objetivos?
¿Por qué el final de año nos motiva a establecer propósitos y objetivos, corregir errores y cambiar? Normalmente, los acontencimientos que ponen en evidencia el paso del tiempo (cumpleaños, fin de año, final de curso, etc…), nos vuelven naturalmente más introspectivos y sensibles. En estos casos, es una buena idea aprovechar este “mix emocional” para pensar en nosotros mismos y revisar nuestros objetivos personales. Además, este tipo de eventos, y en especial, las fiestas Navideñas, con sus días festivos y acontecimientos especiales, rompen inevitablemente nuestra rutina. Por lo tanto, a parte del ya mencionado “mix emocional”, podemos valernos de la inercia del momento para cambiar el modo en que organizamos nuestro día a día de cara al nuevo período.
Estos momentos de cambio son importantes para decir adiós a los aspectos negativos de nuestras vidas y afrontar las incertidumbres que nos depara el futuro. Muchos de nosotros lidiamos con estrés, depresión o falta de motivación en mayor o menor medida: ¿por qué no aprovechar esta oportunidad para intentar reenfocarnos?
¿Cómo establecemos propósitos efectivos y que podamos mantener?
A continuacion, te planteamos un proceso en 3 pasos para establecer propósitos efectivos, productivos y que se puedan mantener. Coge lápiz y papel, algo rico para beber entretanto, ponte cómodo y… ¡empezamos!
1) Repasa el período anterior
El mejor modo de comenzar, es revisando el año que estamos dejando atrás. Muchas veces intentamos avanzar sin dedicar un solo momento a hacernos conscientes de lo lejos que hemos llegado. Es bueno pararnos y revisar las cosas que hemos hecho bien, y nuestros errores. El mejor modo de abordar este análisis es siendo lo más objetivo posible y tratando de dejar lo personal de lado (¡no te culpes ni te castigues… equivocarse debería ser un derecho humano!)
A continuación, haz una lista de todas las cosas buenas que has logrado. ¿Cómo las sacaste adelante? ¿A qué retos te enfrentaste? ¿Qué cosas has aprendido? ¿En qué te gustaría mejorar? ¿De qué aspectos te puedes sentir orgulloso? No estamos proponiendo que te pongas a ti mismo por las nubes… pero es bueno darte crédito por las cosas que has hecho bien.
Del mismo modo, haz una lista de los errores y dificultades a los que te has enfrentado. ¿Cómo podrías haberlos evitado? ¿Qué te enseñaron? Algunas de las lecciones más valiosas se aprenden de los errores, y es bueno afrontarlos objetivamente, dejar atrás la culpa, y sacar de ellos todos los aspectos de crecimiento y enseñanza que suponen. Esto nos permitirá verlos con otros ojos y transformarlos en algo enriquecedor y valioso… algo que no haya que ocultar, y que puedas, incluso, emplear de ejemplo en una entrevista de trabajo para mostrar lo mucho que has aprendido 😉
2) Identifica tus principios y valores
Los valores son las motivaciones que te guían, y las virtudes y cualidades que te caracterizan. No son ni tus necesidades ni tus tareas. Identificarlos te ayudará a llegar al lugar donde realmente quieres estar, y sacará a la luz aspectos muy importante sobre ti mismo. Ejemplos de valores son el respeto, la tolerancia, la responsabilidad, la humildad…
Los valores están profundamente vinculados a nuestro comportamiento y a la forma en que desarrollamos nuestras vidas desde el punto de vista personal, familiar, laboral y social. También determinan aquellos entornos donde nos sentímos cómodos y donde podemos ser felices. Así pues, es importante que tus valores personales y los valores de tus proyectos profesionales o lugares de trabajo se encuentren alineados y sean compatibles. Por ejemplo, si entre tus valores personales está la curiosidad, probablemente debas buscar un tipo de trabajo que te permita ahondar en ciertas cuestiones, investigar y aprender, y debas evitar trabajos rutinarios donde se valore más la eficiencia y la rapidez en concluír una serie de tareas ya conocidas, y que suelen mantenerse constantes.
Identificar nuestros valores no es una tarea sencilla, y en ocasiones podemos necesitar guía. Esta tarea es tan importante, que, en nuestro programa de transformación profesional dedicamos un módulo al completo al ejercicio del autoconocimiento. En este módulo, la identificación de nuestros valores personales es uno de los puntos clave. Identificarlos nos ayudará a que los propósitos que nos planteemos nazcan de nuestras motivaciones más profundas, o, a que, al menos, no vayan en nuestra contra. Así que, ya sabes… ¡manos a la obra!
3) Utiliza el método S.M.A.R.T.
Cuando decidí dejar la academia y ponerme de nuevo a estudiar, decidí apuntarme a un master de marketing digital y administración de proyectos. Nunca imaginé que en algo tan “comercial” fuera a aprender recursos y herramientas tan importantes para mi crecimiento personal. El método SMART fue algo que tuve que estudiar y aplicar en mi proyecto de final de curso, y es algo que resulta totalmente aconsejable y útil a la hora de establecer objetivos personales razonables.
El método SMART, a pesar de su significado literal (“inteligente”), debe su nombre a la unión de las palabras inglesas: eSpecífico (Specific), Medible, Alcanzable, Relevante y limitado en el Tiempo (Timely ). Estas son las características que deberían tener tus propósitos para que realmente sean razonables, mantenibles y alcanzables. Vamos a ahondar más en detalle en cada uno de estos conceptos:
Específico: se refiere a un objetivo que sea preciso y concreto. Por ejemplo, no valdría con decir “Durante el próximo año quiero encontrar mi trabajo ideal”, esto sería ambíguo. ¿Cómo es tu trabajo ideal? ¿Qué tipo de tareas te gustaría realizar? ¿Dónde te gustaría estar, geográficamente hablando? ¿Quieres trabajar desde tu casa, en un espacio de co-working o en una oficina / laboratorio? ¿Quieres trabajar para una empresa grande o pequeña? ¿Quizá te apetezca un ambiente start-up? ¿O crees que preferirías trabajar por tu cuenta? Siendo ambíguos no podemos tener claro a por lo que vamos… es mejor pararse a pensar, ¡y concretar!
Medible: esto se refiere a que debe ser posible identificar que has alcanzado ese objetivo o que va sen el buen camino, midiéndolo conforme a algún criterio. En caso de “encontrar tu trabajo ideal”, la firma del contrato sería el punto clave… pero por ejemplo si nos proponemos “El próximo año quiero adelgazar”, habría algo más que especificar . ¿Quires adelgazar 1kg o 10kg? ¿Bajar 2 tallas de pantalón? ¿Reducir 1 punto tu índice de masa corporal? Hay muchos modos de medir la consecución de un objetivo. ¡Elige uno adecuado para lo que te estás proponiendo e inclúyelo en tu propósito!
Alcanzable: un objetivo alcanzable es aquel que objetivamente vas a poder cumplir. A veces nos fijamos objetivos demasiado elevados y complejos y no disponemos de los medios y del tiempo requerido para cumplirlos. Por ejemplo, quizá desees correr una maratón, pero no hayas entrenado en años (¡o nunca!). Probablemente, pasar de correr 0 a 42.2km seguidos en el plazo de un año, sin dedicarte al 100% a ello, sea demasiado, y es posible que acabes lesionándote y frustrándote. ¿Por qué no empezar por una carrera de 5 o 10km? Otro ejemplo: quizá te propongas como objetivo “practicar guitarra 1h al día”, pero, por motivos de trabajo o familia, no tengas 1h disponible todos los días. En ese caso, antes de proponértelo, tienes que pensar si vas a ser capaz de cumplirlo. Quizá puedas reorganizar otras actividades y dejar libre 1h para tocar la guitarra… o quizá sea imposible y es mejor que reformules tu objetivo a “practicar guitarra 5h por semana”, por ejemplo.
Relevante: ¿es ese objetivo importante para ti? Para este punto, tener nuestros valores y motivaciones presentes resulta de gran utilidad. Nos podemos proponer un montón de objetivos exóticos e interesantes, pero ¿Te llevan esos objetivos hacia la persona en la que quieres convertirte? ¿Te dirigen al lugar donde te gustaría estar? Si la respuesta a estas preguntas es negativa… no merece la pena que te lo propongas.
Limitado en el Tiempo: normalmente las propuestas de año nuevo tienen un marco temporal de un año, pero, dentro de eso, hay resoluciones que se tienen que realizar en un cierto periodo de tiempo. ¿Quieres conseguir tu objetivo antes del verano? ¿Cuánto del esfuerzo para conseguirlo vas a dedicar cada mes? ¿Va a ser algo diario, semanal, mensual? Hay que saber su frecuecia y duración, para poder evaluar si estás llendo en el buen camino y cumpliendo lo que te propones.
El método S.M.A.R.T. no es sencillo de aplicar, pero vas mejorando con el tiempo. Aplicarlo te permite, no solo visualizar tus objetivos más fácilmente, sino también moverte de modo más efectivo desde tu idea hasta la realización del objetivo en sí mismo. Una vez tu propósito está definido, te darás cuenta de que lo más complicado está hecho, y resultará mucho más alcanzable y sencillo de lo que parecía en un principio.
¿Listo para fin de año?
¿Qué te han parecido estos consejos? ¿Te sientes más preparado y/o motivado para plantearte los propósitos de año nuevo? Esperamos que este artículo te ayude a hacerlo de modo diferente y , con suerte, ¡más productivo! No obstante si, por el contrario te sientes un poco abrumado y no te ves con ganas de hacerlo ¡no lo hagas! Realmente, cada día, cada cambio de perspectiva, cada nueva experiencia, son un motivo lo suficientemente bueno para empezar de nuevo. No hace falta que sea en fin de año. El cambio tiene que salir de ti mismo, cuando sientes que lo necesitas. Nunca es tarde ni demasiado pronto para cambiar ¡Estos consejos sirven para cualquier momento!
En muchos casos, alguno de los propósitos de año nuevo están relacionados con nuestra carrera, un cambio de trabajo, un nuevo puesto, una nueva responsabilidad o reto, un deseo de cambio. Recuerdo el último fin de año antes de la presentación de mi tesis doctoral. Era como un abismo, y no pude evitar pensar que las próximas navidades iba a encontrarme en un lugar muy diferente… y no tenía claro dónde. Quizá tú te encuentres en una situación similar. Ojalá que en ese caso, estés pensando en ese momento lleno de ganas y motivación. Pero si no es así, si no te emociona lo que depara el futuro, quizá es síntoma de que necesitas un cambio diferente… un cambio volcado en ti mismo, acompañado de la seguridad en que estás escogiendo el camino más adecuado para ti. No dudes en ir a por ello. Y, ten siempre claro, que nosotros estamos aquí para ayudarte. Porque nosotros mismos hemos estado ahí, hemos acompañado a muchos en el proceso… y ¡nos encanta!
Porque el mayor propósito de cada año, el mayor propósito de cada día, debería ser disfrutar al máximo del camino que seguimos y ser felices.
¡Por un año nuevo lleno de felicidad, buenos momentos y cambios emocionantes!